Día Mundial del Cáncer de Próstata

11 de Junio 2018

La leyenda del Príncipe del Reino de Próstata

Día Mundial del Cáncer de Próstata

 

Desde GEPAC pretendemos concienciar a la sociedad sobre el cáncer de próstata a través de “La Historia jamás contada”. Con este cuento, queremos hablar de la enfermedad sin estigma, compartirla, escuchar el testimonio de los pacientes, compartir experiencias, consejos…

El objetivo es que los familiares, y en concreto los hijos, de los pacientes con esta patología sean tan protagonistas como los padres. Son muchas llamadas las que recibimos en GEPAC de los hijos de pacientes con cáncer solicitando ayuda, recursos e información acerca del cáncer de próstata. En muchas ocasiones, el paciente no se atreve. Ellos también conviven con el cáncer de próstata y, por ese motivo, son también grandes protagonistas de la iniciativa.

“Esta historia se sitúa en una época medieval. Se desarrolla en la región de Próstata. Allí vive un Rey muy poderoso con su hijo. El Rey es mayor. Le afectan los estragos de la edad. Está más cansado, piensa que puede haber enfermado pero no lo quiere ver. Además, lo más preciado del Rey, su espada, está dañada. Ha luchado durante años con ella y ha vencido grandes batallas.

De un tiempo a esta parte, el Rey no quiere mostrar su espada. Es su símbolo de poder. Cuando saca su valiosa arma, el pueblo se arrodilla ante él. El deterioro es normal, forma parte del paso del tiempo y de todas las batallas que ha ganado con su preciada compañera.

El Rey oculta su espada. Por nada del mundo quiere que el pueblo sepa de su deterioro. Teme el qué dirán y que su poder se merme. Sin embargo, al Príncipe le preocupa el estado del Rey. Ha oído rumores sobre el estado de la espada de su padre y la opacidad que quiere mantener éste. Ante la negación del Rey, el Príncipe insiste en tener un encuentro con su padre. Hablarle de tú a tú. Intentar ayudarle, tenderle su mano y generar la confianza que, en realidad, necesita el Rey.

El testarudo Monarca ve la actuación de su hijo como un símbolo de amenaza. Se enfada y, le preocupa que un hombre así pueda llegar a ocupar su trono.

Tras la insistencia de su hijo, el Rey finalmente acepta la conversación con él. Acepta su encomendado: reparar su espada. Jamás se había separado de ella desde que la heredó de sus antepasados pero, decidió cedérsela a un especialista. Solo confiaba en recuperarla restaurada.

El orgulloso Rey entendió que el ser tan obcecado no lleva a ninguna parte. Ante la adversidad no tienes que pelear tú solo. A veces, hay que soltar la espada para agarrarte a los consejos de la familia que te rodea.”