CÁNCER DE PRÓSTATA LOCALIZADO
El cáncer de próstata localizado es aquel que está limitado a la próstata y no se ha extendido a otras partes del cuerpo, por tanto el objetivo del tratamiento es evitar que se extienda.
Existen tres opciones para los pacientes que tienen cáncer de próstata en estadio localizado: vigilancia activa (también conocida como espera en alerta), prostatectomía radical (abierta, laparoscópica o robótica) y radioterapia. El objetivo de estas tres opciones es destruir las células cancerígenas antes de que puedan extenderse a otros tejidos del organismo.
El tratamiento quirúrgico del cáncer de próstata se denomina «prostatectomía radical» y supone la extirpación de toda la próstata entre la uretra y la vejiga, incluyendo las vesículas seminales. Algunas veces se extraen también los ganglios linfáticos del área pélvica.
Existen diferentes técnicas:
- Cirugía abierta: Este procedimiento suele llevarse a cabo mediante una incisión en la parte baja del abdomen o entre los testículos y el ano.
- Cirugía laparóscopica: En la actualidad, muchos centros cuentan con experiencia en prostatectomía radical laparoscópica. Es una operación que se realiza practicando cinco pequeñas incisiones y colocando una cámara dentro del abdomen. Ello permite que las cicatrices sean mínimas. Por otro lado, al trabajar con una visión ampliada, las lesiones tanto del mecanismo de la continencia de la orina (que causan los escapes) como de los nervios de la erección (que deriva en impotencia), pueden ser menores.
- Cirugía robótica: Es una variedad de la laparoscopia pero teledirigida a distancia por el cirujano que maneja unos comandos, mientras el robot reproduce con precisión los movimientos.
La prostatectomía radical para el cáncer de próstata localizado ha demostrado un beneficio para la supervivencia específica del cáncer en comparación con el tratamiento conservador en un estudio prospectivo y aleatorizado.
La conservación de la potencia y continencia en los casos de prostatectomia radical es buena en aquellos casos en los que es deseable desde el punto de vista oncológico (en los pacientes de alto riesgo no es deseable pues se puede comprometer la curación) y posible. Se requiere experiencia quirúrgica para reducir al mínimo las tasas de complicaciones y mejorar las posibilidades del tratamiento del cáncer.
La radioterapia utiliza partículas o rayos de alta energía para matar las células cancerígenas. Es un tratamiento equiparable en eficacia a la cirugía, aunque con connotaciones técnicas y de seguimiento diferentes a aquella. La crioterapia y la radioterapia intersticial son apropiadas para casos muy seleccionados de enfermedad muy localizada.
Existen dos tipos principales de radioterapia:
- Radioterapia de haz externo desde una fuente externa: Una máquina situada a cierta distancia del paciente dirige las radiaciones hacia la zona en la que se encuentra el tumor. El tratamiento dura entre 6 y 7 semanas, cinco días a la semana, en sesiones que suelen ser de menos de 30 minutos.
- Braquiterapia implantando semillas radiactivas en la próstata: Consiste en insertar dentro de la próstata pequeños contenedores, más pequeños que una lenteja, de material radiactivo. Las agujas, a través de las cuales se introducen las semillas, se pinchan a través del periné. La braquiterapia se realiza bajo anestesia raquídea en un ingreso que dura aproximadamente de 24 a 36 horas.
Para el cáncer de próstata localizado, la radiación se dirige hacia el tumor de la próstata. El objetivo es destruir las células cancerígenas haciendo el menor daño posible a las células normales de las áreas circundantes como la vejiga o el recto. Es más probable que tenga éxito si el cáncer se diagnostica en una fase muy precoz.
En los casos de riesgo intermedio y alto, se acompaña de hormonoterapia durante un periodo de 6 meses a 3 años, según el paciente. Esto afecta a la calidad de vida, dado que provoca impotencia.
El tratamiento hormonal es de elección cuando el tumor ya se ha salido de la próstata o tienen alta probabilidad de extenderse.
En ocasiones, después del tratamiento local con cirugía o radioterapia, es necesario realizar un tratamiento sistémico o general que consiste en reducir las hormonas sexuales masculinas (testosterona). Estas hormonas se comportan como el alimento del tumor, es por ello que existe un beneficio en reducir sus niveles. Las hormonas sexuales masculinas (andrógenos) se producen en los testículos (90%) en las glándulas adrenales también llamadas suprarrenales (10%).
Puedes actuar a dos niveles:
- Impidiendo que se produzca testosterona.
La síntesis de testosterona en los testículos viene determinada por una hormona, llamada LHRH, que se produce en una parte del cerebro (el hipotálamo). Existen unos medicamentos que actúan a ese nivel como son: leuprorelina, goserelina, triptorelina y buserelina que imitan a esta hormona y tienen como consecuencia la inhibición de la síntesis de testosterona en los testículos. Se administran en forma de inyecciones periódicas. - Impidiendo que la testosterona actúe sobre las células del tumor.
Por otra parte, los llamados antiandrógenos como la flutamida o bicalutamida, son medicamentos orales que actúan impidiendo la acción de la testosterona en las células del tumor.
Los posibles efectos secundarios de la hormonoterapia son Posibles efectos secundarios de la hormonoterapia, disminución del deseo sexual, impotencia, sofocaciones que disminuyen con el tiempo, sensibilidad y/o crecimiento de las mamas, aumento de peso, diarrea, náuseas, cansancio y osteoporosis.
Los tratamientos prolongados pueden producir osteoporosis, con mayor riesgo de fracturas por debilidad de los huesos, y un síndrome metabólico con tendencia a la hiperglucemia, hiperlipidemia y obesidad que incrementan el riesgo cardiovascular. Para prevenirlo es importante una dieta equilibrada y un ejercicio físico moderado.
Seguimiento expectante
Es aquel que se realiza en pacientes diagnosticados de cáncer de próstata que, por su edad o comorbilidades, es altamente improbable que llegue a producir síntomas algún día. El paciente permanece sin tratamiento. Se llevan a cabo revisiones periódicas y solo se trataría (tratamiento sintomático) ante la aparición de síntomas.
Vigilancia activa
Se realiza para tratar de evitar tratamientos radicales a aquellos que no los necesiten a cambio de un seguimiento muy estricto con biopsias periódicas (generalmente anuales) para constara que el tumor sigue siendo biológicamente indolente o no. A diferencia del anterior, en estos pacientes es probable que haya que tratarles se forma radical a lo largo del seguimiento, tanto más cuanto más largo sea este. En los casos en los que bien la elevación del PSA, el aumento del grado o el paciente a si lo requiera, se procedería al tratamiento radical.