La glándula prostática es la encargada de producir líquido seminal. Sus enfermedades, y los síntomas que éstas provocan, son reflejo de la salud genitourinaria del varón. Sus peores enemigos; el paso del tiempo, las infecciones y las células cancerosas.

Las alteraciones más frecuentes son: la hiperplasia benigna de próstata, o agrandamiento de la misma al ir cumpliendo años, que provoca molestias y dificultad para orinar; la prostatitis o inflamación prostática debida a una infección urinaria o a enfermedades de transmisión sexual; y, por último, el cáncer de próstata.

El envejecimiento y las hormonas masculinas son los principales factores de riesgo del cáncer de próstata; y al igual que el paso del tiempo, no los podemos modificar. Una historia familiar y factores genéticos, como mutaciones en genes que reparan el ADN como el BRCA2, parecen jugar un papel importante en ciertos cánceres de próstata y se han asociado con una mayor agresividad. El resto de factores tiene un efecto más limitado en cuanto al riesgo, pero sin embargo son modificables: la dieta, la obesidad y el sedentarismo.

Para retrasar el cáncer de próstata hay que llevar a cabo una dieta mediterránea (tomate, brócoli y frutos secos); no consumir exceso de proteínas y realizar ejercicio físico. Para evitar complicaciones en personas sanas y más aún en pacientes que hayan sido sometidos a tratamientos de cáncer de próstata es necesario tener una buena higiene íntima, hidratarse, no tener relaciones sexuales de riesgo sin protección y acudir al médico ante cualquier síntoma para descartar prostatitis o uretrocistitis.

Sin embargo, una vida sexual sana contribuye a una buena salud genitourinaria del varón. Las relaciones inadecuadas (sin medios de protección) o incompletas (coitus interruptus) influyen en las enfermedades de la próstata. Algunos estudios demuestran que una mayor frecuencia en la eyaculación disminuye el riesgo del cáncer de próstata.

Dra. Castalia Fernández, Oncóloga Radioterápica. GenesisCare Toledo.